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Presencias


Dependiendo de cómo estoy de ánimo, a la pregunta de a qué me dedico, contesto de una u otra forma, pero el otro día flaquee por amor, que es la más bella forma de flaquear.

Cuando estoy neutro suelo decir que soy dibujante, y cuando estoy juguetón digo que no hago nada, pero el otro día fue mi hijo quién me preguntó qué cuál era mi trabajo. Flaquee porque no fui capaz de contestarle lo que a otra persona, me vino un vértigo, un miedo, una culpa, y le solté un rollo.

En ese momento lo que sentí es que perdí mi presencia, algo bastante habitual, pero esta vez lo vi como quien ve la luna llena en una noche despejada.

Mucho se dice de esto de «la presencia» con los hijos y algo que venía rumiando al respecto se me presentó claro.

Que los hijos necesitan que estemos presentes con ellos cuando estemos con ellos es lógico, pero igual que si quedo contigo a tomar un café. Sin embargo es fácil caer en un esforzado ejercicio para estar presente, en plan monje que pone toda su atención en fregar los platos, sin embargo no es igual, sobre todo porque el monje no tiene hijos y la presencia con los hijos no es la misma que con el fregado.

La presencia con los hijos así, de esta manera no funciona. Funciona tu propia presencia. No es estar presente con ellos, es estar presente contigo. Cuando tú estás absolutamente contigo, entonces, el tiempo con ellos no requiere del esfuerzo de estar presente, aunque sea menos tiempo. Lo que necesitan es amor, pero no amor hacia ellos, es amor hacia ti, ese es el que les nutre, esa es la presencia, y es la falta de esto lo que lleva al exceso de tiempo y esfuerzo por estar presente, y en este exceso lo normal es no estar presente.

La presencia adulta no es pasiva, es la de la acción satisfactoria y creativa, con tus cosas, con tu tiempo, con tu valor, y fundamentalmente con tu labor.

El esfuerzo virtuoso no transmite presencia. Algo le puede llegar a adultos que están en la mente racional o en el moralismo, pero a los niños no. Ellos captan «lo que es», da igual los argumentos o las excusas.

Estar presente hacia ellos es pedirles, estar presente en ti es darles.

Bueno, espero poder contarle algún día a mi hijo que no hago nada.

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