Diariamente pienso en ti, porque parte de mi trabajo es pensar en ti. Da igual que no te conozca, de hecho es mejor. Además, aunque hubiese hablado o reído contigo, o hubiésemos vivido juntos cien años, eso no haría que te conociese. No conocemos a nadie, y menos a los conocidos.
Hace mucho tiempo, entablé amistad con un chico, cuya peculiaridad más evidente, era su falta de empatía. Él vivía de una herencia, y cuando empezamos a quedar, me trataba como si yo tuviese el mismo dinero que él, parecía no darse cuenta de que yo, en ese momento, no tenía apenas nada. Sin embargo, él se comportaba como si fuésemos iguales. Al principio esto me molestaba, pero después me hizo gracia, ya que, en realidad, me estaba haciendo un favor no «conociéndome». En realidad él, con su falta de empatía, me pensaba de una manera que me favorecía, no como los que creían conocerme, que me trataban como eso que yo me empeñaba en hacerles ver que era. Él me pensaba, creo que inconscientemente, por lo menos hasta el día que desapareció, como yo te pienso a ti cada día, como alguien que nunca te conocerá, porque si creyese que te puedo conocer, acotaría tus posibilidades. Así, cuando me escribes para preguntarme algo, o para contarme algún problema, antes de contestarte, como parte de mi trabajo, te pienso capaz.
Cuando sostienes que lo que crees de las cosas, es lo que las cosas son de verdad, lo que estás haciendo es limitar tu experiencia del mundo, porque si piensas que lo que crees de «algo», es lo que, verdaderamente, es ese «algo», lo que estás haciendo es sostener que lo que crees de ti es lo que eres tú, por lo tanto, te cierras las posibilidades. Yo no te puedo hacer eso, te puedo escuchar, y tratar de entender lo que me cuentas, pero no creer que tú eres eso que me cuentas que eres, porque yo no quiero que nadie haga eso conmigo, no quiero que nadie me trate como lo que creo que soy.
Por eso, cada día, te pienso más allá de lo que tratas de mostrarte, y mostrarle a los demás qué eres, porque ese es el origen de todos los conflictos, y, bueno, ya que no puedo no pensar en ti diariamente, te pienso capaz, y así echo el rato.
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