El permiso es algo cuyas raíces se pierden en la más oscura profundidad del ser.
Esto es algo que me confronta a menudo, por lo que en general me planteo de qué tengo permiso para hablar, o para hacer, o para ser.
Del permiso puedo decir, es que es a la vez algo que viene dado, y algo que hay que conquistar, lo que a primera vista puede parecer contradictorio, y efectivamente lo es, si se trata de conocer el funcionamiento del permiso desde la lógica del mundo. De esta manera puede parecer que lo que es es y lo que no es no es, lo que es muy lógico, pero al tratarse de las profundidades del ser, esto no suele ser así. En estos lugares, este tipo de deducciones lógicas no llevan más que a confusiones, y a determinaciones erróneas.
El permiso es un «algo» invisible que hay que tomar y ponerlo en funcionamiento, lo que implica una acción ilógica, porque es como subirse en un caballo invisible y decir ¡Arre!
Por supuesto que esto no siempre funciona, esto lo sabe cualquiera que se haya experimentado un mínimo. Este es uno de los juegos del permiso, que puede llevar a que se busque ayuda para asegurarse de que el caballo invisible va a estar ahí al subirse en él. Lo que hace que, inmediatamente, la posibilidad de que exista el caballo se desvanezca.
Otro de los juegos del permiso es que sólo responde a la más fría y dura sinceridad, pero no a una sinceridad del derecho, esa que se ejerce en relación a lo que es verdadero para el mundo, sino a una sinceridad que está totalmente en la oscuridad, que es la sinceridad propia. Esta sinceridad no resiste ni la más mínima justificación, ni el más mínimo disimulo, y al contrario de lo que puede parecer, esto no limita sino todo lo contrario, siempre que se actúe desde el despojamiento más absoluto.
Este tipo de sinceridad transforma el restrictivo «me permiten» por el ensanchado «me permito».
El «me permito» no tiene que ver con acreditaciones externas, ni con la aprobación, sino con la cruda y simple experiencia de sí.
El permitirse se expande en el riesgo de ver, atravesar, seguir y sostener los propios límites, que son los límites que ensanchan y que permiten comunicarse, ahora sí, con el mundo.
Komentáře