Hoy no es mi cumpleaños de nacimiento, hoy es el de ser padre; un domingo de luna llena hace ocho años. Ser padre es un continuo continuado, un desbordamiento emocional para todos lados, es un todo el rato.
En esta realidad super informada, lo que más me sigue sorprendiendo es el precipicio de separación que hay entre las informaciones (a las que estoy contribuyendo ahora mismo) sobre criar o ser padre, y la realidad, esta diferencia es algo que a veces me parece muy cómico.
La sensación que tengo, en base a mi experiencia de padre, es que esto sobrepasa toda lógica, que es algo, de las pocas cosas que quedan, verdaderamente salvaje, da igual como lo pretendas hacer, desde que lugar lo afrontes, desde que teoría, esto está a muchos años luz de toda lógica. Por eso me parece comprensible que cada vez nazcan menos niños, entiendo que se ha intuido socialmente que en esto hay poca posibilidad de cálculo o de planificación, que no hay manera de encauzarlo, es una de las paradojas de la vida, el resultado es imprevisible. Por esto admito mi admiración por nuestros antepasados, que lo hicieron como bestias.
Este es un ámbito en el que la conciencia, tiene un espacio limitado, y todo lo que se hace por encauzar, tiene más que ver con las ganas de controlar que con otra cosa, la conciencia aquí sería como nadar a crol en medio de un tsunami, sobre todo te sirve para tener la sensación de estar al mando.
Sin embargo, el tsunami de la vida es el que lo va decidiendo todo, por eso esto es lo más parecido a desaparecer, las cosas hay que hacerlas; las haces y ya está, da igual lo que pienses, lo que sientas, quién te creas que eres o quién quieras ser, y cuanto más te resistas más duele. El poco espacio para la conciencia es el de rendirse a lo imprevisible, del mejor modo posible, porque va a ocurrir tarde o temprano algo que te lleva a un sentimiento nuevo, a un lugar de ti oculto hasta ahora, da igual si es una inmensa alegría o lo contrario. Lo incierto va a ocurrir y hay que vivirlo quieras o no, nada te puede salvar de ese universo de sentimientos nuevos, ni de tener que resolver, ni de tener que darle un sentido, ni de asumirlo, eso es lo salvaje.