La realidad es que, realmente, mi conflicto siempre ha sido con la realidad. No por la realidad en sí, sino con mi realidad, la que se deriva de mi interpretación de la realidad
—porque no es lo mismo la realidad, que la realidad ajena, que mi realidad, aunque a veces coincidan—.
La realidad es lo que es, objetivamente, que en realidad no es conocible, sino a través de una interpretación. La interpretación ajena es el cómputo de interpretaciones frecuentes que crean un acuerdo —para cerrar—, y luego está la interpretación propia —que abre—.
Por eso he tenido, y tengo, tanto conflicto con realizarme, porque —y aquí levanto la mano y digo eso de «fallo mío»— había interpretado este juego como que para realizarme tenía que adaptar mi mirada —mi realidad— a la realidad ajena para así alcanzar la realidad.
Y es que al negar, o no gobernar, la propia realidad, no sólo perdía mi interpretación, también perdía mi realidad, y, por lo tanto, la posibilidad de realizarme, porque si realizar es poner en práctica algo, realizarse no es más que poner en práctica la propia realidad.
Es más sencillo cuando dejas de luchar contra tu propia realidad y contra la realidad ajena, como si fueran cosas contrapuestas, cuando, necesariamente, son cosas que se necesitan la una a la otra y se desarrollan en simbiosis.
Hoy he escrito esto sabiendo que no es posible leerlo realmente. Que esto que he escrito, sin tu realidad, no es nada. Que esto que he escrito, sin tu interpretación, no existe, o existe bajo la realidad ajena, que siempre es un acuerdo limitante y meramente reproductivo. Por eso me gustaría conocer qué significa este texto en tu realidad propia, y así jugamos a alimentarnos y a expandirnos.
*Las fotos son la mirada expansiva de @lule_soler sobre mí.