Falta una palabra


Falta una palabra que nombre el vivir más allá de estar vivo.
Estar vivo no es todo el vivir, es sólo una parte del vivir.
Una que nombre el vivir creando la vida, a diferencia del vivir gastando la vida.
La vida es como el tiempo se gasta o se crea.
La obra (de vida) es lo que crea al viviente, al igual que la obra (de arte) crea al artista.
El viviente y el artista no son lo mismo, porque el artista es símbolo del viviente y no al revés.
Llamamos artista al que hace algo, relacionado con eso que pertenece al ámbito artístico (qué es símbolo de la vida), aunque eso que haga sea una reproducción de lo ya creado.
La misma palabra falta también para el artista que produce más allá de un reproducir «lo que ya ha sido aportado por otros», más allá de lo que ha sido ya establecido, que es lo contrario a mostrarse, es esconderse en lo artístico, y por lo tanto, esconderse en la vida, para no vivirla.
Así como el hijo hace al padre, es la obra la que hace al artista.
El artista no es la causa de su obra, es su efecto y a la vez, es el artista el que hace posible la obra, con su determinación de expresar su «sí mismo» que está más allá de él.
Esa misma palabra, que falta, nombraría al que vive desde su legitimación por ser, el que conquista el permiso a través de su obra, que es la que legitima al artista, y no al revés.
No es, por supuesto, la magnitud de la obra lo que la legítima, sino la determinación de ser expresión ilimitada de sí.
Ser artista, es algo permitido para cualquier persona, porque es el símbolo de que todo viviente tiene permiso de vivir más allá de estar vivo.
Cualquier obra está legitimada para vivir su propio proceso de expansión en los otros en los que encuentre espacio de ser, porque es lo que la obra produce en los otros y en el artista lo que crea al artista.
Sin un proceso funcional en los otros no hay obra, sólo hay objeto, y es la función en los otros lo que trasciende el objeto (y crea al artista), al igual ocurre con la vida y el vivir.
Si esto te dice algo, propón una palabra, una que no exista, porque al igual que tienes permiso de vivir más allá del estar vivo, tienes permiso de nombrar lo que no ha sido nombrado todavía.