Hay una posibilidad de que tú reines en tu reino. No me refiero a tu reino interior. Me refiero a uno de verdad, a un país. A un país verdadero. Sí. Que tú fueses el rey, o la reina (depende de… bueno, ya sabes) de un país de verdad. No en plan rey simbólico. No. Un reinado de los arcaicos, de los de antes. Con plenos poderes. Uno de estos reinados en los que la ley serías tú. Se haría lo que tú dijeras. Podrías hacer el bien por el bien, el mal por el mal, o lo que es más habitual, hacer el mal por el bien.
Vale, ya sé que no querrías ser eso ¿no? Ah, que sí quieres. Mira. No me lo esperaba.
Pues para que esto sucediera —ponte de aquí a cuatro años— tendrían que darse una serie de circunstancias altamente improbables, pero posibles. Por supuesto, tú tendrías que tener la suficiente percepción como para hilar las decisiones justas en su justa medida.
A todo este conjunto de imprevisibles circunstancias que te pondrían delante de la primera de las posibilidades, que luego posibilitarían otra y luego otras muchas posibilidades, es a lo que le podemos llamar «suerte».
Cierto que para llegar, de aquí a cuatro años, a que tú estuvieras reinando con plenos poderes en un país, necesitarías mucha suerte. O sea, que la suerte pondría los caminos y tú tendrías que elegir cuál de ellos caminas y cuándo caminarlo. La suerte requiere decisiones.
Por ahí se escucha que todo es posible. Esto, entiendo que es un posicionamiento mental más que otra cosa. Como si decir que todo es posible, aparte de ser cierto o no, posibilitara algo más que decir lo contrario. Vale.
Pero lo que es posible requiere sobre todo ponerle límites a lo imposible. Lo imposible impide lo posible cuando se impone en el presente. Muchos de los presentes insatisfactorios están anegados de imposibles que imposibilitan lo posible.
Tú y yo sabemos que lo de acabar reinando un país verdadero no va a ocurrir, pero puedes cambiar esto de reinar por cualquier otra cosa que hayas pensado. Esa misma. Si que eso acabe ocurriendo es posible, esta posibilidad no pasa por estar divagar en lo imposible en este momento, sino que esa posibilidad habita en estar en lo que es plenamente posible ahora mismo.