Estar con ella era muy divertido, porque solamente viendo a una persona, como si fuera una detective del alma, podía saber como vivía una persona, y esto lo entregaba y además se reía, que menos.
Esta capacidad no era sólo una distracción divertida, era algo que hacía como parte de su proceso terapéutico, porque había entendido que todo en este mundo produce una adaptación. Produce una adaptación la actividad física que hacemos, ya sea un deporte o cualquier otra práctica, así como la ausencia de actividad física produce también una adaptación. Produce una adaptación: la forma de comer, la pareja, la casa, los amigos, la ropa, la música, y así hasta decirlo todo. Todo en este mundo produce una adaptación, no sólo física, también mental, emocional e incluso espiritual, y no hay nada que pueda evitar la adaptación.
Es cierto que evitar la adaptación es una de las más profundas búsquedas en las que se basan movimientos sociales que han producido cosas maravillosas y también los que han producido las cosas más espantosas, y así como ocurre con el cuerpo social, ocurre con el cuerpo individual, y muchas de las búsquedas de fórmulas, métodos, claves, tips, círculos, disciplinas, son formas de evitar la adaptación que, necesariamente producen su adaptación.
Con esto ocurre como con una foto. No es posible hacer una foto neutra, toda foto ha sido hecha, inevitablemente, con una cierta óptica, con una cierta iluminación, encuadre, etcétera, y esto justamente, es lo que marca las tendencias en la fotografía: Las que intentan parecerse más a la realidad, las que intentas crear una ficción absoluta y las que a través de la ficción quieren mostrar la realidad.
Pretender que haya algo que no produce una adaptación es un doble engaño, porque no es posible, y porque al pretenderlo se pierde la posibilidad de entender la adaptación misma.
Esta mujer, que ya no anda por estos mundos, fue la que me dijo que el acto terapéutico, más allá de todas las arrogancias gremiales, es la de permitir que el sistema de una persona equilibre sus adaptaciones. Ese humilde acto, hecho con la honradez de saber que nada es absoluto, es la entrega más profunda.
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