La simple idea de una «paz» total dentro de este «mundo» me resulta inconcebible. Este es el mundo del conflicto, porque es un mundo de polaridades, por lo que si acaso se puede entender la «paz» como el equilibrio de los contrarios, lo que implica un conflicto previo entre las partes. La «paz» como idea de ausencia de todo conflicto, además de no ser posible en este mundo, me parece una aspiración cobarde, esa «paz» es quietud, porque la vida es movimiento, y si hay movimiento hay fricción. Se engaña, por ejemplo, quien cree que en un bosque reina la «paz», quizás en la foto de un bosque sí. En la naturaleza todo es conflicto, que es lo que permite la colaboración, de hecho, la naturaleza es una constante solución de infinitos conflictos, como lo es nuestra naturaleza, externa e interna, un constante conflicto que es resuelto de muchas maneras. La vida humana, automática, sin conciencia, también es un constante resolver hacia la supervivencia, aunque sea como enfermedad o malestar en muchos casos, pero es algo muy poderoso que ha permitido que la humanidad sobreviva a lo inclemente de este mundo. La conciencia la veo como el tercer elemento, que permite entender la dinámica del conflicto, en sí misma no es una solución, pero su presencia resuelve conflictos al permitir comprender la dinámica de la polaridad, la conciencia es la autoridad que permite la colaboración entre contrarios en constante lucha. La «guerra interior» yo la veo más como una guerra fría, de espionaje y contraespionaje, más que como una a cañonazos, en la que los equilibrios son muy sutiles, no se trata de anular al enemigo sino de aprovechar su fuerza. La «paz» como ideal absoluto, busca anular todo conflicto, lo que por otra parte es la solución más violenta, porque al tratar de anular todo conflicto, favorece que surjan con fuerza soluciones totales como la moral estricta, la represión del talento y los dogmas, más pacífico, por lo tanto, me parece «la guerra interior» que la «paz interior». Si me hablan de «paz interior» pienso en muerte, no en vida, no en movimiento, no quiero esa «paz», prefiero asumir la «guerra interior» y toda la riqueza de su potencial.
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