Cuando alguien me pide bibliografía o recomendarle algo para profundizar sobre lo que publico, tengo que reconocer que siento cierta vergüenza, como si se pusiera de manifiesto la falta de base de aquello que digo. Por otra parte, entiendo esta petición para investigar algún tema, porque a mí también me pasa cuando leo o escucho algo que me interesa.
No sé de dónde viene lo que digo, si lo pienso, creo que gran parte viene de experimentarme y de observarlo, otra parte viene de elaborar algo oído o leído, y otra viene de pensar contra algo. Yo no estudio, más bien indago, mis lecturas son caóticas y caprichosas, como me ocurre con el cine o la música, me gustan cosas muy distintas, me gusta lo que me evoca aquello que intuyo, y me gusta que ocurra espontáneamente, que aparezca en cualquier sitio, como el amor, no lo busco, no me fuerzo a aprender.
Es a través de los estímulos del mundo como se reactiva la sabiduría innata, cuando se recibe algo, más que aprender, se está recordando un conocimiento presentido (se estudia en gran medida para confirmar lo intuido). Es aquí donde las creencias sobre sí mismo y sobre el mundo ayudan o entorpecen para que se excite la sabiduría innata, y también ocurre que la manera de estudiar puede ayudar a que se manifieste tu sabiduría innata o impedirlo.
Cuando alguien me pide que le recomiende libros, entiendo que está buscando recordar su sabiduría propia, que busca una manera de evocarla, y es aquí que pienso que las certezas que tengo, se me han revelado en lugares extrañisimos; una película de miedo, una novela de piratas, un anuncio... por eso me cuesta recomendar. También por esto no suelo compartir cosas que leo, veo u oigo, porque no creo que eso le vaya a aportar nada a nadie, quizás me equivoque, porque sí me gusta que otros lo hagan ¿debería compartir las cosas que me van gustando?
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Aparte de esto, tengo la certeza absoluta de que tu sabiduría innata está ahí. Que se manifieste no depende de la información sino de tu actitud ante la información. La sabiduría propia como el talento viene por el gusto, por disfrutar y experimentarse, con autoridad, no del esfuerzo, no viene de llenarse sino de vaciarse.
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